Bueno pues ahora si, nuestro primer análisis oficial. En esta ocasión la elegida fue Steve Dogs Burguer, una hamburguesería que está en Mairena del Aljarafe, concretamente en Av. del Jardinillo, 25. Cuando llegamos, lo primero que me llamó la atención es el logotipo de la hamburguesería, es gracioso, con un aire steampunk..
La zona donde está es bastante transitada y a veces es difícil aparcar, pero tiene mucha vida y es una parte de Mairena bastante joven y llena de parejas con hijos. En cuanto aparcamiento, regular, no imposible, pero a veces tienes que dar unas cuantas vueltas: Lo malo de las zonas residenciales.
La terraza tenía 3 filas de mesas. Mesas metálicas. En cuanto al aspecto, nada llamativo, vamos, en la línea de los restaurantes y bares de la zona. La verdad es que tener el paso del acerado entre las mesas rompe un poco la tranquilidad a la hora de comer, ya sabéis, gente pasando a tu lado mientras comes, es algo que a nosotros en concreto no nos gusta. Las sillas hay que decir que son muy duras, y en cuanto a confort no son lo mejor, pero cumplen con su misión.
Eso si, gracias a que es todo cristal, la luz interior natural se agradece y hace que uno no se sienta agobiado y más ahora que las horas de luz escasean. En cualquier caso, os dejamos otra vista más de fuera y vamos al lío.
Bueno, una vez dentro observamos el local. En cuanto a densidad de mesas está bien, pero hay unas mesas pegadas a la barra que no pegan ni con cola, y el local se ve algo vacío. Sabemos que es no es lo más importante, pero cuando uno quiere aspirar a ser la mejor hamburguesería, hay que cuidar los detalles. La elección de colores me pareció acertada, en conjunción con el color del logotipo: Verde y Negra.
Aunque el local como decimos, se sentía algo vacío, había dos detalles chulos en el interior (Además de otro logo del perro gigante) que le daban cierto toque, y rompían la monotonía de la arquitectura.
El primero era este mensaje:
Este punto es algo que hemos tenido en cuenta a la hora de evaluar los servicios extras. Por desgracia para los veganos y gente con intolerancia, salir a cenar a veces es una odisea. Eso si, si eres vegano, una hamburguesa a la brasa no es lo tuyo. Esto es para carnívoros. Aun así, se agradece mucho que tengan productos para ambos colectivos. Todo un detalle.
El otro aspecto que nos gustó mucho, es un mural con perros pintados por peques. Es un toque de color y desenfado que alegra el muro de por si algo solitario. Es divertido y positivo. Aplaudimos la idea.
En cuanto al local y a modo de resumen, nada espectacular, con detalles graciosos, pero que no se siente temático o inmersivo. Cumple y poco más. Paredes algo sosas y mobiliario un poco incómodo. De hecho las sillas duras, son eso, duras, pero en las paredes hay como un sofá continuo, pero es poco ancho y para la gente grande como yo se nos queda pequeño.
Bueno, pasemos pues a la carta. De diseño, normalita, nada que destaque en cuanto a cartas. Por delante más alegre y con muchas redes sociales, lo que dice mucho de como se quieren integrar en el siglo XXI. Eso está bien. Por detrás la carta normal con los elementos del menú.
Además de tener Just Eat hacen comida para domicilio, lo que le suma puntos en servicios. Hay que adaptarse a los tiempos y más ahora que tenemos confinamientos y movidas de estas. A esto hay que sumar que tienen página web (www.stevedogs.es) y aunque no es para tirar cohetes, es decente. Desde aquí os decimos que tenéis un título montado, decídselo al web master que os lo arregle (Esa Historia de Steve desplazada no mola):
Además, en el formulario de contacto debéis ponerle Captcha (Anti bots), para que los robots no os puedan enviar correos spam… Bueno, seguimos que nos vamos al mundo informático. Eso, que la carta está completita, y de nuevo la misma opinión que con la decoración, no destaca pero cumple. Es variada, más bien extensa y tiene productos para todos los gustos.
Nosotros pedimos siempre los dos la misma hamburguesa para los análisis, y por supuesto unos entrantes de primero. Decir que el camarero nos atendió rápido y supo responder a nuestras preguntas con seguridad, chapó por eso. De entrantes pedimos Finger de Queso con 3 salsas.
Las salsas que venían eran: Miel mostaza, barbacoa y una especial de nombre raro, que tenía textura de mermelada y estaba hecha con tomates amargos. Esa fue la gran vencedora del entrante. Los finger de queso se sentían industriales y nada caseros, y aunque eran buena cantidad (10 unidades) de calidad estaban cortos. Comida congelada pasada por freidora.. O al menos esa fue nuestra sensación. Por suerte esa maravillosa salsa de tomate lo arreglaba casi todo, y aunque no estaban malos (Como todo lo frito que engorda) no se sentía comida de calidad.
La presentación tuvo un positivo y negativo. Positivo fueron los vasos (Agua para mi, Coca cola para Migue), los dos diferentes y de formas originales. Lo negativo, el plato blanco soso del entrante. Como muchos en la hostelería, cumple pero no destaca (Igual que la latita donde está el ketchup). Bueno, esto había matado el primer gusanillo de jama total destructora, pero teníamos que elegir bien que comer.
Una vez escaneada la carta, preguntadas las inquietudes y con rugidos estomacales peligrosos, decidimos por unanimidad probar la JOSEPH’S JOY. 200 Gramos de carne de ternera Irlandesa (Angus). Aquí tenéis lo que llevaba (Mezclum es una mezcla de lechugas y forrajes verdes jeje).
Una de las cosas que detectamos rápido en el local, era la presencia de un sutil humo, puesto que uno de los atractivos más importantes es su carne a la brasa de carbón. El olor allí era positivo y olía muy bien, humo alimenticio total, de esos que te hace babear. Ahora veremos que tal estaba esa carne, pero por el olor, la cosa no pintaba mal. De precio, bueno.. no era cara (Tampoco barata) y podríamos decir que en un término medio correcto. Nos parecieron bien los precios por aquello de la relación «calidad / precio». No es lo más barata, pero como veréis ahora, la hamburguesa no era «Peccata minuta».
Y aquí está la pequeñina. Dos detalles rápidos. El primero patatas nada aceitosas con la piel. Ricas, y en cantidad más que aceptable. Segundo detalle: Al pan le habían dado con una brochita por encima (Supongo que con huevo o algo) o en la cocción del pan, o yo que se, pero se veía que artesanalmente habían mejorado y por mucho el pan. Un 10 a ese detalle. Nos encantó que el camarero nos preguntase en que punto queríamos la carne. «En su punto», respondimos. También preguntó que guarnición queríamos, lo cual fue un detalle y que desde aquí agradecemos. La hamburguesa venía con salsa pre-aplicada e invitaba a devorarla. De nuevo el plato no le hacía justicia, pero es que «cagate lorito» para el entrante nos trajeron dos platos azules de «Duralex» tipo mi abuela la del pueblo. No se si es antiguo o ahora eso es moderno «Vintage». En cualquier caso, esos platos duran siglos y estuvimos comentándolo un rato.
Pasemos ahora a lo más importante. La hamburguesa. Las brasas estaban ahí, en cada bocado, en cada movimiento maxilofacial carnívoro. Se notaba un sabor intenso que casi apagaba al resto de elementos. Una maravilla de carne (Nos dijeron que las hamburguesas las hacían ellos a mano). Sabrosa a más no poder, el pan riquísimo y en general muy poderosa en cuanto a presencia. Por poner un pero, nos dio pena que el único elemento caliente era la carne. Hemos visto en algunas hamburgueserías que meten el pan 30 segundos en el horno para que el conjunto venga calentito, porque las verduras enfrían el bocado general. Pero vamos, pocas pegas se le puede sacar a la carne y al ahumado. Te transportaba a la candela en la sierra y chistorra de la «Mamma», cuando pareces que estás chupando un palo de castaño quemado… Una maravilla. Nada seca, de bocado denso y elementos de buena calidad. La salsa era suavita para no apagar la estrella: La carne a la brasa de carbón. El pan esponjoso se deshacía en la boca y cerraba el conjunto. Mmm que delicia.
Si a todo esto le sumamos que acabamos con el ombligo para fuera, pues ya poco más nos queda decir. La hamburguesa fue sobresaliente, pero por desgracia ocurrió algo que nunca debe ocurrir. Cuando pedimos la cuenta, se nos acercó a cobrar con el datáfono el cocinero, no el camarero (Que era quien nos debería cobrar), el cual iba con un manos libres hablando con alguien. Ni nos miró para cobrarnos, estaba charlando con alguien por teléfono y su abdomen estaba a escasos 3 cm de la cabeza de migue, no solo no nos miró, sino que llevaba un agujero en todo el centro de la camiseta que se le veía todo. Estaba claramente descuidado (Normal si estás entre fogones) pero no pega fuera de la cocina. Esos detalles empañan la experiencia y restan puntos elegantes, porque para empezar el cocinero no debe cobrarte, y para seguir, hay que mirar a las personas cuando se les habla. Fue como una patada en la espinilla, después de la pedazo de hamburguesa que nos habíamos comido. Mal, eso mal…
En cuanto a la cuenta, 30€ redondeando. 15 por cabeza. No es la más barata, pero la calidad que te da en la hamburguesa lo compensa. Eso si, los entrantes, eran caros para la calidad que tenían. Ahí si que no compensaba el pagar los casi 6 pavos por los ultracongelados.
Resumiendo y ya como despedida, es una buena hamburguesería con aspectos a pulir pero con un producto de muy buena calidad y raro de encontrar: Brasas. Lástima que no todo estuviese a la altura de esa hamburguesa.
Esperamos que os haya gustado nuestro análisis personal de esta hamburguesería y ya sabéis, si queréis leer más, seguidnos en Instagram: @cazadoresdehamburguesas.
¡Este viernes más!
Saludos.
Puntuación de Steve Dogs:
Ubicación / Local : 6.2
Servicio y atención: 7
Comida: 7.27
Precio: 6.66
Nota final: 7.05